Llamazares, Redilluera, pico Bodón y faedos
Verano de 2020 en León
En la mañana de verano las truchas madrugaron en el río Curueño, y nosotros con ellas. Dejamos a la derecha La Vecilla desperezándose con el sol en los tejados, y seguimos por la estrecha carretera hacia Valdelugueros; recorrido distraído con los verdes de los prados y el abundante arbolado escalando los montes. Aunque el lugar de Lugueros bien vale una parada y visita, no era nuestro objetivo de hoy y continuamos adelante dejando atrás el caserío agrupado del pueblo y su hermosa estampa para meternos por una carretera aún más estrecha y más recogida en el valle entre montañas que descuellan con sus cimas calcáreas y sus masas boscosas hasta alcanzar, a la vuelta del recodo de una curva, el lugar de Llamazares, emplazado a la altura de 1243 metros sobre el nivel del mar.
El pueblo de Llamazares, acostado a la margen izquierda del río Labias y sus frescas y cristalinas aguas, se recoge en la luz de la mañana al cobijo del imponente y mítico pico Bodón y los casi dos mil metros que arañan su cumbre de caliza apuntando al cielo. Su nombre y la etimología del mismo está bien recogido y documentado en el artículo “Bodón”, de Julia Miranda. La raíz céltica que le da forma (bhondhi) se relaciona con el término “victoria”, de suerte que bien puede entenderse como “lugar victorioso” o “dios de la victoria”. Esta misma raíz aparece en otros términos de Los Argüellos leoneses, sin que esté documentado en otros territorios de España, y siendo frecuente en Europa Central.
El nombre Llamazares tiene un origen latino con influencia posterior del leonés. El término “lama” se refiere a un lugar encharcado o lleno de agua que, posteriormente y en el lenguaje leonés, duplica la l y añade el sufijo –zares, sin que pierda su significado original.
Es interesante Llamazares también por sus cuevas, entre las que destaca la conocida de Coribos, en la ladera del monte del mismo nombre, y de origen kárstico, de indudable atractivo, con una amplitud que nos recuerda la también cueva próxima de Valporquero, muy conocida y visitada. Nos encontramos en los territorios del concejo de Valdelugueros y el entorno natural de Los Argüellos, Reserva de la Biosfera.
Atravesamos luego el pequeño puente sobre el Labias e iniciamos la subida por una pista y su continuada pendiente con la vista en las montañas que forman parte del macizo del Bodón apareciendo a trechos por entre los altos árboles que rodean el camino y que, más adelante, se abrirá a sus pies en un amplio y anchuroso praderío.
Llegados a la orilla del primer faedo podemos ver cómo un par de jóvenes montañeros se dirigen con decisión y buen paso hacia las inmediaciones del Bodón tomando la senda de la izquierda; nosotros, de aspiraciones más modestas, seguiremos por la derecha por una pista forestal amplia que va tomando altura con la vista de Llamazares cada vez más abajo y distante.
El paseo ofrece el regalo de un paisaje de montaña singular, variedad de especies arbóreas que, a las hayas, se suman abesales, serbales, y en las vegas y vallinas las choperas con la vista de espacios abiertos para la ganadería. Así, tras leer sobre un cartel bien situado a la orilla del camino un interesante texto mitad poético, mitad informativo, sobre la vida y recursos naturales del entorno, proseguiremos la marcha hasta el collado de Carrozal, sobrepasar los 1518 metros de altitud y adentrarnos en otro de los faedos más bellos de León, el de la Redilluera formando un espléndido bosque silencioso, apenas rota su quietud por el rumor de la brisa y la luz del verano colándose por entre las ramas de las hayas y tocando el suelo húmedo y los pequeños regueros formados en el camino por el agua menuda de las fuentes.
Alcanzamos en el descenso, dejando atrás las majadas, el poblado de Redilluera y su esencia de piedra y agua que corre por el río Lora, frío y cristalino. Forma Redilluera un pequeño lugar de presencia apacible. A un kilómetro por el mismo valle alcanzamos de nuevo Llamazares, sus cuevas, sus inmuebles de piedra y tejados de teja roja y su sólida y pétrea iglesia de bloque de caliza. Hemos recorrido unos siete kilómetros y medio con un desnivel no acumulado de 275 metros, aproximadamente, en una mañana de verano de las típicas de la montaña central leonesa de la Cordillera Cantábrica. En la memoria han quedado grabados estos paisajes que, si está bien visitarlos, siempre estará mejor saber que hay que conservarlos y mantenerlos limpios y a salvo de intervenciones humanas agresivas. Esa es la idea.
González Alonso
MÁS IMÁGENES EN EL ENLACE: https://photos.app.goo.gl/Wd7MeKkig7WG6ScL7
Preciosa esa zona. Además de pescar por allí, iba a comprar plumas de gallo a unos corrales de La Vecilla y Campohermoso para montar moscas.
Preciosas fotos.
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Lo de hacer buenas fotos es todo cosa tuya, CarMac, como artista y fotógrafo; lo mío es hacer lo que salga con una cámara de bolsillo puesta en modo automático. Y me alegra que conozcas estos rincones de mi tierrina leonesa, de donde son parte de mis ancestros; concretamente de Campohermoso, pueblo de estupendos luchadores de los corros de lucha leonesa o aluches, era uno de mis abuelos. Lo que no sabía es que te interesara la pesca de la trucha. Es verdad que en La Vecilla se crían unos gallos especiales para hacer reclamos de cebos, moscas y mosquitos, que un paisano me explicó una vez por qué lo eran y cómo los hacían, pero que ya olvidé. Gracias por tus palabras.
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Buenas fotos haces tú también. Mi padre era de Guardo y yo he ido mucho a pescar y al monte por allí. Me gusta mucho el norte de León. Este año subí algunos montes por Riaño y La Tarna. Gracias Julio.
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Gracias a ti, CarMac, ¡y sigue haciendo buenas fotos! Salud.
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