Olivenza

P1230328Olivenza (Badajoz)
12 de septiembre de 2022

La mañana se deja cubrir perezosamente de nubes en Badajoz cuando tomamos la ruta hacia el sur camino de Olivenza. El paisaje de campiña resalta el verdor de olivos y alcornoques con el gris del día. Da sensación de apacible serenidad esta ribera que se aproxima a la ribera del Guadiana, en mitad de la cual hace su aparición Olivenza.

La ciudad de Olivenza y su comarca pertenecieron al Reino de León tras la conquista a los musulmanes en 1230 por el rey Alfonso IX, que tomó también la plaza de Badajoz. Todo el territorio será encomendado por el rey leonés a la Orden de los Templarios para su custodia y gestión. Pasaría luego al reino de Portugal en el Tratado de Alcañices de 1.297, y permanecería unido a este reino durante quinientos años hasta su reincorporación a la corona española con el Tratado de Badajoz de 1801.

P1230340La impronta portuguesa es notable; el estilo manuelino domina el arte de las construcciones civiles de este enclave fronterizo fuertemente amurallado y bien armado de su castillo templario y cuarteles militares de diferentes épocas. No puede disimular Olivenza el valor estratégico jugado a lo largo de su historia llena de tensiones y enfrentamientos bélicos que contrasta vivamente con el natural pacífico, amable y hospitalario de sus gentes. Es una bella ciudad acogedora y tranquila en la que sus habitantes gozan del privilegio de la doble nacionalidad española y portuguesa. En sus calles los letreros anuncian sus nombres en los dos idiomas y con las denominaciones propias en portugués y español; así, por ejemplo, la calle Espronceda se intitula en portugués Antiga Rua do Poço, o la de Chapí también llamada Antiga Calçada Velha.

Las nubes, más entretenidas, se apelmazan hasta dejar caer la lluvia. Las calles de Olivenza brillaban con el agua caída reflejando en sus suelos enlosados de la Plaza Mayor los edificios que la limitan. Ocasión ideal para comprar un paraguas. Y seguir el paseo.

Entre parada y parada, callejeando, nos topamos con las esculturas de una pareja de enP1230354 actitud de bailar algún tipo de jota, de bella factura y estilo elegante y sobrio, del artista Gamero Gil; más adelante, otra escultura como monumento al abuelo, y en otro emplazamiento el dedicado a las víctimas del terrorismo. Es Olivenza ciudad de memoria y agradecimiento en éstas y otras esculturas emplazadas en su espacio urbano.

En la fachada de una casona solariega nos llama la atención la imagen en cerámica de una mujer con una leyenda que habla del “milagro del arroz”. Según parece, en 1949, un año de los muchos años de hambre y postguerra, en esta casa se preparaba una comida todos los domingos para los más pobres. A fin de procurarse los alimentos, cada semana era una familia pudiente la que se encargaba de facilitarlos; pero ocurrió que aquella semana de enero la familia responsable no cumplió con el encargo y la señora que se entregaba a la elaboración de la comida se encontró con que no tenía más que tres tazones de arroz para cocinar. La buena mujer puso una olla pequeña al fuego con el agua y la sal, y añadió el poco arroz de que disponía a la vez que invocaba a un santo de su devoción. El caso es que el arroz empezó a hervir, crecer y desbordar la pequeña olla durante todo el día hasta dar de comer a más de doscientas personas. A las cinco de la tarde el cura dijo que ya era bastante y retiraron la olla del fuego que ni siquiera habían atendido a lo largo de todo el suceso la señora y las personas encargadas de repartir la comida, tan atareadas como sorprendidas sacando arroz de la pequeña olla.

P1230350Aparte del “del arroz”, el verdadero milagro es la propia Olivenza en sí misma, su presente en paz con toda su historia escrita en solemnes piedras y las puertas abiertas en su recinto amurallado, como las de Alconchel y los Ángeles, con dos torreones circulares cada una de ellas y un vano de medio punto abovedado. Y para rematar el milagro, ¿qué cosa mejor que – en cualquiera de sus buenas pastelerías- disfrutar de los dulces típicos que llaman “técula mécula”, marca registrada de Casa Fuentes?

La “técula mécula” es, en realidad, una exquisita tarta de huevos y almendras, también conocida como Tarta Imperial. Etimológicamente significa (una moneda) para ti – (una moneda) para mí. Para ti y para mí, dicho en un latín deformado que se hablaría por estos contornos. Y que hoy es “un dulce para ti, un dulce para mí”. ¿Qué más se puede pedir? Nada, sin duda. Pero siempre cabe la posibilidad de volver a la hermosa y dulce Olivenza.

González Alonso

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