CASTILLO DE LOARRE y LOS MALLOS DE RIGLOS
Enero de 2023
Descendiendo de Alquézar para atravesar la llanada de Huesca por carreteras comarcales y niebla el viaje se hace misteriosamente incierto. La campiña, donde la niebla se abre, aparece salpicada de masas arbóreas que le confieren al paisaje una vida verde al lado de los campos cultivados. Pronto advertiremos el lugar de Abiego, del que hemos podido degustar su vino somontano de año servido a granel, natural y de sorprendente y suave sabor, que nos ofrecieron en la Casa Jabonero de Alquézar.
Dejando atrás la ciudad de Huesca en dirección a Loarre poco a poco la llanada da paso a una orografía agreste de cerros y colinas entre las cuales se abren hondos barrancos, montes cubiertos de de pinos que luego se convierten en encinares, vislumbrándose espacios de verdes intensos en terrenos cultivados. Las carreteras requieren atención por su trazado sinuoso y lo estrecho de la calzada.
Cuando se da vista al castillo de Loarre en el momento de iniciar el ascenso hacia la colina en la que literalmente asienta sus muros, se deja ver el imponente roquedal y las murallas exteriores a la fortaleza medieval. Su silueta va tomando diferentes y evocadoras formas a medida lo rodeamos en la subida y antes de hacer entrada en su espacio amurallado y acceder a sus diferentes estancias.
La singularidad de este castillo se presta a servir de decorado para las películas y en el momento en que llegamos se estaba preparando el rodaje de una, así que tuvimos que renunciar a visitar algunas de las dependencias de la fortaleza. Desde sus almenas, al fondo del valle, aparece el pueblo de Loarre con su monumental iglesia destacando sobre el conjunto urbano. El pueblo original estaba enclavado a los pies del castillo y fue trasladado a su emplazamiento actual una vez que la reconquista hizo segura la vida en esta parte del Reino de Aragón. Sigue leyendo