CASTILLO DE LOARRE y LOS MALLOS DE RIGLOS

CASTILLO DE LOARRE y LOS MALLOS DE RIGLOS
P1230720Enero de 2023

Descendiendo de Alquézar para atravesar la llanada de Huesca por carreteras comarcales y niebla el viaje se hace misteriosamente incierto. La campiña, donde la niebla se abre, aparece salpicada de masas arbóreas que le confieren al paisaje una vida verde al lado de los campos cultivados. Pronto advertiremos el lugar de Abiego, del que hemos podido degustar su vino somontano de año servido a granel, natural y de sorprendente y suave sabor, que nos ofrecieron en la Casa Jabonero de Alquézar.

Dejando atrás la ciudad de Huesca en dirección a Loarre poco a poco la llanada da paso a una orografía agreste de cerros y colinas entre las cuales se abren hondos barrancos, montes cubiertos de de pinos que luego se convierten en encinares, vislumbrándose espacios de verdes intensos en terrenos cultivados. Las carreteras requieren atención por su trazado sinuoso y lo estrecho de la calzada.

IMG-20230104-WA0001Cuando se da vista al castillo de Loarre en el momento de iniciar el ascenso hacia la colina en la que literalmente asienta sus muros, se deja ver el imponente roquedal y las murallas exteriores a la fortaleza medieval. Su silueta va tomando diferentes y evocadoras formas a medida lo rodeamos en la subida y antes de hacer entrada en su espacio amurallado y acceder a sus diferentes estancias.

La singularidad de este castillo se presta a servir de decorado para las películas y en el momento en que llegamos se estaba preparando el rodaje de una, así que tuvimos que renunciar a visitar algunas de las dependencias de la fortaleza. Desde sus almenas, al fondo del valle, aparece el pueblo de Loarre con su monumental iglesia destacando sobre el conjunto urbano. El pueblo original estaba enclavado a los pies del castillo y fue trasladado a su emplazamiento actual una vez que la reconquista hizo segura la vida en esta parte del Reino de Aragón. Sigue leyendo

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Alquézar

P1230569ALQUÉZAR (Huesca)
2 y 3 de enero de 2023

Sobre la margen derecha del río Vero, aupado a la cima rocosa de la montaña, se levanta la Colegiata que fue antes iglesia románica y antes castillo árabe mandado construir en el siglo IX por Jalaf Ibn Rasid, dominando el impresionante cañón formado a golpe de agua y años por el incansable río. Y a los pies de la colegiata, agarrándose a la ladera, el pueblo de Alquézar, variante de alcázar, que es el nombre árabe de castillo.

Cuando aparece ante la vista el pueblo de Alquézar sorprende e impresiona no solamente su localización, sino también la perfecta estructura de sus casas y el homogéneo color terroso de sus fachadas con el color rojo de sus tejados, casi todos a un agua y descolgándose unos sobre otros mirando al vacío. Estas cubiertas de una única vertiente se repiten también sobre las balconadas de las casas que sostienen columnas de fuste cilíndrico y entre ellas se dibujan diferentes clases de arcos. El conjunto es espectacular a cualquier hora del día, pero al atardecer, estando el pueblo orientado a poniente, la luz hace vibrar en colores rojizos y dorados la Colegiata y las viviendas del lugar.

P1230573Alquézar conserva con toda su pureza el trazado medieval de sus callejuelas, cuestas, escaleras y pasos subterráneos para unir las calles; desde su pequeña Plaza Mayor, con soportales, el pueblo se desparrama en un laberinto de bellos rincones, portalones, fachadas y portadas con escudos de armas. El barrio judío, si cabe aún más laberíntico, acoge edificios con arcos formados por grandes dovelas en sus entradas y algunas señales grabadas en los dinteles de las puertas todavía reconocibles. La huella árabe y judía del periodo medieval se mantiene y sustenta en un cuidado trabajo de restauración y conservación de todo el perímetro urbano que hace posible el milagro de Alquézar.

Y, en medio del silencio con que la Naturaleza envuelve el pueblo y el olor a leña que desprenden las chimeneas, la magia del toque de campanas marcando cada cuarto, media, tres cuartos y las horas de los relojes de las torres de la iglesia de San Miguel y  la Colegiata. Así transcurren los días y las noches, en ese incesante tañer que parece arroparse de las emociones del momento, a veces triste, otras descuidado y ausente, a veces alegre. Sigue leyendo