ALHAMA DE ALMERÍA
18 de septiembre de 2021
Alhama ocupa un lugar aventajado y estratégico como puerta de entrada a las Alpujarras almerienses. Su historia es antigua y sus aguas termales atrajeron la atención de los romanos y los árabes, perviviendo hasta hoy su uso terapéutico y relajante. El pueblo, en sí, no puede presumir de otros encantos que los de –como he dicho- sus renombradas aguas; es significativo, por supuesto, el peso de la figura señera de Nicolás Salmerón y cabe reseñar también la existencia del Bar La Tertulia, entrañable y decimonónico establecimiento de paredes cubiertas de azulejos esmaltados, graciosos y esbeltos arcos apoyados sobre estilizadas columnas de mármol que dividen su interior con un amplio ventanal abierto a una pequeña plaza en la que, junto a algún árbol, languidece una soberbia casona continua al bar con sus nobles puertas y ventanas cerradas y una fachada que resiste todavía el tiempo con su belleza noble y sencilla.
El conjunto urbano de Alhama no llama la atención por su singularidad; es un pueblo funcional, hecho para la vida de sus habitantes, con edificios generalmente de dos o tres plantas como máximo, de factura irregular y escaso atractivo. La arteria principal que recorre el pueblo y pasa cerca de la pequeña plaza del Ayuntamiento y la iglesia, acaba saliendo a otra plaza más amplia y un parque; allí se encuentra la que fuera casa del insigne político, filósofo, pensador y humanista, Nicolás Salmerón y, frente a ella, se eleva su busto sobre una elevada base cuadrangular, en piedra, a cuyo pie puede leerse la placa conmemorativa correspondiente. Fue Salmerón presidente de la I República Española de 1873 y su paso por la Jefatura del Estado fue breve, ya que –convencido abolicionista de la pena de muerte- dimitió de su cargo cuando le presentaron a firmar una condena a la pena capital. Su peso e influencia intelectual fue, y es aún hoy día, relevante en el pensamiento y la política española. Sigue leyendo