León, la calle de La Rúa

La calle de La Rúa de León

El viajero que se acerca por primera vez a León buscará, entre sus monumentos, el curioso y reconocido Palacio de Botines, obra del arquitecto catalán Antonio Gaudí. Se encontrará, si no lo buscaba, con el imponente y armonioso Palacio de los Guzmanes, de porte renacentista, asentado sobre el solar de los Guzmanes, familia que perteneció a uno uno de los linajes leoneses de más arraigo, y que hoy día es la sede de la Diputación. Y ambos palacios, de tan dispares estilos, ocupan la entrada a la Calle Ancha, la arteria principal del primitivo campamento romano. Enfrente se encontrará con la que fue conocida como Plaza de las Palomas y hoy se llama de San Marcelo, presidida por el edificio noble del Ayuntamiento del siglo XVI que fue antes Palacio de la Paridad y que ahora acoge algunas oficinas del Consistorio ya que su sede principal se trasladó a la calle Ordoño II. A la derecha del ayuntamiento se conserva el Palacio de Torreblanca, del siglo XVII, hoy día sede de la asociación del Nuevo Recreo Industrial. Y en la parte trasera de la plaza, al otro lado de la Calle Ancha, el románico de la iglesia de San Marcelo.

Justo en la boca de la Calle Ancha que sube hasta la Plaza de la Catedral, y a su mano derecha, se abre otra calle, ésta bastante estrecha y casi rectilínea. Se trata de La Rúa. El nombre nos remite a su origen e historia que se remonta a la Edad Media cuando era el camino por el que llegaban a León haciendo el Camino de Santiago desde tierras francesas. Ya que estos peregrinos preguntaban por la “rue” de entrada a la ciudad los leoneses acabaron por adoptarla como “rúa”, y así todos sabían de qué hablaban. Sigue leyendo

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Menorca, la cultura de la piedra

Menorca se ofrece al visitante con todo el atractivo de sus innumerables y bien cuidadas playas y calas en la larga cintura de agua del mar de la isla. Como un anillo, el camí de cavalls (camino de caballos) que circunda Menorca, nos permite pasearla en su totalidad alcanzando todos los parajes costeros de relevancia; este camí de cavalls fue concebido como medida defensiva en el siglo XVIII y permitía la vigilancia contínua de la isla y el desplazamiento de tropas para su defensa.

Tanto de norte  a sur como de este a oeste encontramos emplazamientos como Es Castell, antigua Villa Carlos, y su encantador puerto, la singular urbanización de Binibèquer Vell, playa de Binigaus, Cala Escorxada, Tebalúger, Cala Mitjana, Cala Galdana y su urbanización, Cala en Turqueta, una de las preferidas del público en general y de las primeras en llenarse, Cala des Talaier, Son Saura, paraje de Calespiques, Punta Nati con su faro, Cala Morell, playa de Binimelá y Cala Pregonda, el Cap de Cavallería, Fornells, Cala de sa Torreta, la Platja des Grau o el mismo pueblo de Grau con su puerto de pescadores y una urbanización discreta y respetuosa con el medio. Las ciudades de Maó (Mahón) y Ciutadella (Ciudadela), en los extremos norte y sur de la isla y unidas por la principal vía de comunicación a lo largo de más de cuarenta y cinco kilómetros, ofrecen en sus contrastes históricos, arquitectura y actividad económica, junto a las características comunes, dos ocasiones estupendas de disfrutar con su visita.

Naveta de Rafa Rubí-MenorcaPero Menorca (la «isla menor«, pero no la menor de las islas de Baleares) está impregnada de otra cultura omnipresente en la vida de los isleños, que es la cultura de la piedra. Desde los monumentos megalíticos en forma de talayots (atalayas de carácter defensivo y también empleadas para comunicarse a través de señales de una a otra), navetas (enterramientos pétreos en forma de nave invertida) o taulas (mesas y dólmenes) hasta la construcción de kilómetros y kilómetros  de muros o paredes secas que encajan carreteras y dividen montes y campos o las construcciones defensivas más modernas y las de usos agropecuarios en las parcelas, todo es piedra y la expresión de su vitalidad y fuerza, con vocación de durar. Sigue leyendo

Villaricos, Km. 0 (Almería)

VILLARICOS
-Almería-

Mes de febrero de 2019

Si el azar o la voluntad de viajar te acercan a este pueblo de la costa almeriense no desperdicies la ocasión de descubrir cuánta historia, trabajos y maravillas encierra en sí mismo y sus alrededores.

A simple vista apenas se distingue algo más allá de los espartos, tomillos, piteras y otras plantas que pueblan las laderas de la Sierra Almagrera, al pie de la cual se asienta la población de Villaricos, apegada al mar y su costa, con dos pequeños puertos, un paseo marítimo bien proyectado y conservado, ancho, con plazuelas, palmeras, y las casas veraniegas distribuidas de manera amena a lo largo del mismo con sus ventanales al mar. Un par de calles paralelas más y otra pequeña plaza son todo el trazado urbano de Villaricos.

Pero no debemos dejarnos engañar. Villaricos encierra en sí y su entorno, bares, restaurantes, tiendas de alimentación, escuelas y el natural afable de sus gentes que viven sobre más de tres mil años de historia, una riqueza arqueológica de primera magnitud. En la misma playa y los alrededores se descubren restos mineros de los siglos XIX y XX que –dedicados a la extracción del hierro- se extienden varios kilómetros hacia levante con chimeneas, hornos de calcinación, toberas, viviendas, fábricas y hasta lo que fue una ermita. La montaña se despeñaba con sus riquezas sobre los embarcaderos y la actividad fabril debió de ser intensa.

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Málaga por sus pueblos en noviembre de 2018

Málaga por sus pueblos en noviembre de 2018

Caminito del Rey.- Málaga1.- Hacia el Caminito del Rey

Buscar el acceso al Caminito del Rey puede resultar ser una pequeña aventura, sobre todo si es después de una temporada de lluvias abundantes que provocaron desprendimientos de laderas y algunos cortes de carreteras. Pero los paisajes recorridos y sus vistas pagan el tiro de la búsqueda. Al final, recorriendo a tientas un estrecho, largo y oscuro túnel picado en la piedra, se hace la luz hacia el cauce del río Guadalhorce y el inicio del Caminito del Rey. Gran fluencia de visitantes. Organización. Breve tiempo de espera y, pertrechados de casco de seguridad, transmisor y auriculares para seguir las explicaciones de la guía, echamos a andar.

La espectacularidad del recorrido no cabe en la imaginación del diafragma y las lentes de una cámara de fotos. El desfiladero o estrecho cañón formado por el río, impresiona y atrae. Pero la atracción se hace incredulidad cuando eres consciente de estar caminando colgado de las paredes verticales del desfiladero a unos ciento cinco metros de altura con las aguas golpeando violentamente en su fondo en busca de la salida a tres kilómetros más abajo por el Salto del Chorro.

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En la isla de Ibiza. Verano de 2010

Sería 1970 o 1971 cuando arribaron a Barcelona tal vez los últimos hippies camino de Ibiza. Conocí a algunos y compartí también algunas experiencias propias de la época y la idiosincrasia de los últimos románticos del amor libre, la libertad, la música y la vida sencilla, sin más adornos que aquellos con los que la Naturaleza se viste y sin otro horizonte que el que se abre a nuestro paso a medida que caminamos. Durmieron en mi casa, un piso compartido con otros cinco estudiantes, dos chicas y tres chicos catalanes; dormí en otras casas también compartidas por otros hippies en las laderas de La Floresta, comimos lo que había y lo que cada cual podía buenamente conseguir, reímos mucho y pude entender algunas de sus historias conversando en mi pésimo francés, su peor español, oyendo explicaciones en inglés o alemán y gesticulando mucho, que es lo que más nos hacía reír. Fueron unos meses hermosos.

La Caleta al atardecer.A medida que ellos se iban y yo me quedaba, mientras los despedía en el puerto de Barcelona, en mi interior se iba dibujando la idea de la isla de Ibiza, la Ítaca de Kavafis, el final de un comienzo que era el viaje de la vida. Y esa imagen fue creciendo con los años, haciéndose cada vez más rica y más soñada. Pero nunca fui a Ibiza. Tuvieron que pasar casi 40 años para alcanzar las costas de la isla mítica.

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Buenos Aires: Un tango de Corrientes a Caminito

Buenos Aires: Un tango de Corrientes a Caminito (18, 19, 20, 21, 22, 23 de septiembre de 2013)

Buenos Aires es un tango de Corrientes a Caminito. En esa lucha cuerpo a cuerpo con la sensualidad del amor, la ciudad se hace cosmopolita, espejo de raíces culturales, y en las márgenes inseguras reflejadas en el Río de La Plata es urbe de identidades y búsqueda de un perfil definitivo que no acaba de encontrar. Es paso de baile y aire en el equilibrio precario de las edificaciones dispares de sus barrios, los más de 40 que componen el mosaico diverso de la ciudad con sus peculiaridades.

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Carboneras y la Caldera de Majada Redonda (Almería)

Carboneras y la Caldera de Majada Redonda
8 de julio de 2018

Es una buena mañana de verano en Carboneras. El viento de levante hace más agradable el desayuno a la sombra de una terraza del paseo marítimo. Y antes de que el sol golpee con fuerza, provistos de agua, buen calzado y buen humor, arrancamos en dirección a la Isleta del Moro para llegar a la Caldera de Majada Redonda (486 m), una de las mejores vistas de un cono volcánico hundido que puede encontrarse en Almería. Otro testimonio interesante, de dimensiones más reducidas y donde es posible encontrar preciosos granates, está al lado de Níjar y a la vista desde la autovía de Almería, conocido como Volcán de la Granatilla o el Hoyazo de Níjar.

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Recorriendo todo lo largo del paseo marítimo hasta la salida de Carboneras, cerca de la central térmica, tomamos la carretera hacia Almería ciudad. Se inicia con una prolongada cuesta hasta dejar atrás la gasolinera a la derecha y continúa un ascenso más moderado para llanear a tramos. Tomaremos el desvío a la izquierda hacia Agua Amarga y a pocos kilómetros dejaremos la estrecha carretera para seguir por una antigua pista, a la derecha, hacia Fernán Pérez. Ahora, ya asfaltada, el recorrido es ameno discurriendo por los límites del Parque Natural del Cabo de Gata; sobrepasaremos la desviación a la izquierda por una pista forestal que llega a la Cala del Plomo y avanzaremos sorteando curvas y salvando pequeños desniveles hasta vislumbrar el acueducto de Fernán Pérez y adivinar el emplazamiento de su molino de viento restaurado. En el cruce, giraremos a la izquierda y sin abandonar esta carretera pasaremos las Hortichuelas, el desvío a Las Negras, Rodalquilar, el Mirador de la Amatista de belleza impresionante y llegaremos a la Isleta del Moro.

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Polonia (V).- Cracovia, la otra orilla del Vístula

CRACOVIA, abril de 2014 ( Polonia )

Cracovia se refugia al sur de Polonia, en los primeros pliegues de las montañas Tatra y próxima a Auschwitz y Birkenau, lugares que dan nombre a uno de los episodios más trágicos de la actuación nazi durante la segunda guerra mundial de 1939. En mitad de la feraz belleza de los campos polacos, la realidad del genocidio y el desgarro de la memoria lo cubren todo de una profunda tristeza.

Rodando el tren por los cuatrocientos ochenta kilómetros de la uniforme campiña polaca y más de veinticinco estaciones entre Poznan y Cracovia, pueden verse cultivos de cereales, la omnipresente soja con sus flores amarillentas, huertos en los alrededores de las pequeñas poblaciones, escasos campos yermos y abundante bosque y arbolado. Pinos, fresnos, olmos y otras especies como el haya, el roble albar, abedul, álamo, avellano, arce blanco o el tilo, se suceden aquí y allá en masas bien compactas o entre los campos, acercándose en ocasiones hasta las vías del tren. Hay niños en los alrededores de algunas estaciones que se acercan a decir adiós saludando el paso del tren. El río Oder u Odra, se presenta caudaloso a su paso lento y pausado por la ciudad de Wroklaw, que se adivina atractiva y parece invitar a la visita. Pero el tren sigue su marcha.

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POLONIA (III).- Chelmno

POLONIA(3) CHELMNO

A 45 Km de Torun y hora y media de camino en autobús de línea, llegar a Chelmno (dígase Jelmo o no te entenderán) es un buen pretexto para seguir el curso del río Vístula y apreciar con tranquilidad la extensa llanura pintada de verde y los campos florecidos de amarillo de la colza, que en polaco y según la información que nos dio una amable joven en el autobús, escribió rzepak y pronunció como jepak.

El recorrido, lento y entrando y saliendo de las poblaciones muy despacio y pasando por las que se encuentran alejadas de la carretera principal, proporciona la ocasión de ver pequeñas explotaciones agropecuarias y las casas más sencillas, incluso humildes, de los campesinos y granjeros. También, sorprendentemente, subió al autobús un deshollinador tocado con un sombrero de copa, vestido de negro y con sus cuerdas y cepillos al hombro. Luego, en la ciudad, otro grupo de deshollinadores, estos tocados con gorra, se cruzaron en nuestro camino.

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Cerdeña, el corazón mediterráneo

Cerdeña, agosto de 2015

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Tal vez el mejor modo de llegar a una isla sea a través del mar para desembarcar en un puerto. Parece más natural y la isla más isla. Así, la actual isla italiana de Cerdeña se nos descubrió a través de Porto Torres y directamente nos dirigimos a Sássari, con sus pocos restos de lo que fue un soberbio castillo construido en 1330 por las tropas españolas de la corona aragonesa en el espacio que hoy ocupa una amplia y despejada plaza bien cerrada por edificios de austera belleza renacentista; esta plaza y sus alrededores conforman el casco histórico de esta ciudad a pocos kilómetros de la costa.

Tras un breve descanso acompañado de la comida de mediodía en uno de los restaurantes aledaños a la plaza, la ruta a Olbia, atravesando la isla de oeste a este por su parte norte, transcurre por una carretera aceptable, con muchos tramos en obras, curvas y la alternancia de montañas y valles de atractiva belleza. A la altura de Codrongianus se impone una parada para admirar la Basílica di Saccargia, al pie de la misma carretera, con su espectacular arquitectura de estilo románico toscano del S. XII, construida en basalto negro y piedra caliza, lo que le confiere un aire de originalidad en la disposición de los dos colores de la piedra en bandas horizontales. Su interior acoge unas hermosas representaciones pictóricas en forma de frescos. Luego, la llegada a Olbia, bien organizada alrededor de su puerto, para a continuación acceder a la colina en la que se emplaza el hotel Luna Lughente, en la carretera que conduce a Pitulongu y Golfo Aranci, y desde donde se divisa la bahía con la rocosa isla de Tavolara al frente.

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