Teatro Zorrilla.- Sala Experimental
Valladolid, 5 de abril de 2017
Debo declarar que la jornada de presentación de “Lucernarios” (Editorial Vitruvio.-Madrid) dentro de las jornadas del I Ciclo de Poesía Ciudad de Valladolid 2017, fue un éxito feliz, que también hay éxitos amargos. A la felicidad del éxito contribuyeron de manera eficaz los organizadores, el grupo Pergamino y a su frente el poeta Manuel González, el grupo PerVersos con Fran Soto, el Ayuntamiento, el propio Teatro Zorrilla y la Universidad como patrocinadores junto con otras firmas y colaboradores como Leer, Centro Buen Día, 5Imagen, etc.; pero, además, fue decisiva la asistencia del público que llenó la Sala Experimental del Teatro Zorrilla, asistencia que se viene repitiendo en cada uno de los actos y lugares donde se va celebrando este evento por el que ya han pasado y pasarán autores de la talla del premio Cervantes, el leonés Antonio Gamoneda, el también leonés Rafael Saravia, la gaditana vinculada a la ciudad de León, Raquel Lanseros, o poetas del calado de un José Antonio de Villena, Carlos Aganzo, Antonio Orihuela, Fran Soto, Uberto Stabile, Karmelo Iribarren y Luís García Montero, entre otros.
El miércoles, día 5, me encontré acompañado y ofreciendo mi compañía a Antonio Royuela, malagueño de Córdoba o cordobés de Málaga, como escribió el periodista que cubrió el acto y que a mí mismo se refirió también como leonés de Bilbao o bilbaíno de León. Antonio es persona afable y natural, colega de la profesión de la Enseñanza que él ejerce en Andalucía, atento y de fácil, amable y amena conversación. Su presencia y sus versos pusieron la nota poética de la denuncia social y la queja de las injusticias sin abandonar el río caudaloso de su personal timbre y lenguaje lírico. Fue un honor recitar mis versos a su lado tras la presentación que de ambos hiciera Manuel González, coordinador del evento.
Los poemas de “Lucernarios” (Editorial Vitruvio.- Madrid), fueron acogidos con respeto, cariño y comprensión; me sentí muy a gusto comentándolos y leyéndolos, como me sentí agradecido a las personas que se acercaron para que les firmara un ejemplar del libro.
Una velada luminosa y una visita a Valladolid en compañía de Agurtzane y los amigos Fermín y Karmele, que nos brindó la oportunidad de recorrer sus calles, admirar sus monumentos, disfrutar su gastronomía y la compañía de sus gentes; además, oportunidad también de hacer un pequeño recorrido turístico hasta Urueña, la Villa del Libro, pasando antes por el mozárabe en San Cebrián de Mazote, iglesia del siglo X cuando hasta el Reino de León se trajeron los restos de San Isidoro y con ellos llegaron comunidades mozárabes que construyeron templos como los de San Miguel de Escalada (León) y Santiago de Peñalba, también en León, del que este templo de San Cebrián de Mazote tomará el ejemplo del ábside y el contra-ábside y heredará parte de las soluciones empleadas en algunos momentos de su restauración. Más adelante y casi a pie de las murallas de Urueña, el espectacular templo del románico lombardo de Nuestra Señora de la Anunciada.
Poesía, Arte y Cultura, con mayúsculas; un regalo que nadie puede dejar de agradecer cuando tiene la suerte de recibirlo.
González Alonso
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